« Responder #2448 em: Outubro 30, 2025, 05:48:18 pm »
España moderniza su inteligencia naval: el nuevo buque espía de la Armada frente a Europa y OTAN
Del Alerta al BAM espía: el salto tecnológico de la Armada Española
El Ministerio de Defensa acaba de dar el primer paso para su sustitución, encargando a Navantia el desarrollo de un nuevo buque espía. Basado en el diseño de los Buques de Acción Marítima (BAM), el proyecto permitirá a la Armada española situarse en la liga de países europeos con una capacidad moderna de obtención de inteligencia naval.
La inversión inicial aprobada ronda los 14 millones de euros y está destinada a la fase de definición, dentro de un programa valorado en unos 242 millones y con un horizonte de ejecución que se extiende hasta 2031. España pasará de operar un buque obsoleto a contar con una plataforma equipada con capacidades de guerra electrónica, ciberdefensa, gestión de señales e integración de drones.
Qué es un buque espía y por qué son tan valiosos
Los llamados buques espía, conocidos en la jerga militar como unidades SIGINT/ELINT, no son plataformas de combate. Su misión principal consiste en interceptar, analizar y clasificar todo tipo de señales: comunicaciones militares y civiles, emisiones de radar, enlaces de satélite o incluso el tráfico de drones.
Son embarcaciones diseñadas para escuchar más que para disparar. Transforman el espectro electromagnético en inteligencia operativa y permiten a los Estados anticipar movimientos de adversarios, detectar vulnerabilidades y vigilar áreas críticas. En definitiva, son los "oídos flotantes" de una Armada moderna.
El nuevo proyecto español: 242 millones para un "oído flotante" digital
El futuro buque espía español tomará como base la serie BAM de Navantia, con unas 3.000 toneladas de desplazamiento y 94 metros de eslora. Sin embargo, en este caso la prioridad no será la patrulla marítima, sino la obtención de inteligencia.
La gran diferencia estará en los sistemas. Se prevé que el nuevo navío sea capaz de interceptar señales en un rango de 1 a 40 GHz, procesar imágenes y datos en tiempo real, desplegar drones desde su propia cubierta y operar dentro de la denominada "nube de combate" de la Armada. Más que un simple patrullero, será un nodo flotante de ciberdefensa y guerra electrónica.
Para la industria española, el programa representa un impulso significativo: no solo para Navantia como integrador principal, sino también para todo el ecosistema de empresas especializadas en sensores, comunicaciones, software y vehículos no tripulados.
Un paso más allá del Alerta
La diferencia con el nuevo buque va a ser abismal. El Alerta, construido en los años setenta, responde a un paradigma en el que la inteligencia electrónica se limitaba a escuchar frecuencias y registrar emisiones.

Buque `Alerta` Foto de Antonio Galán Cees en Wikipedia
Hoy, las necesidades son muy distintas: el espectro es más amplio, el volumen de datos ingente y los adversarios emplean comunicaciones cifradas, enlaces satelitales o drones.
El nuevo buque no solo escuchará, sino que analizará, clasificará y compartirá información en tiempo real con otras unidades de la Armada, con el Ejército del Aire, con los centros de inteligencia y con aliados de la OTAN. Será un multiplicador de información en un escenario donde el dato es tan decisivo como un misil.
China, Rusia y EE.UU: el mercado global de buques espía
La inteligencia naval es un segmento en plena expansión. Estados Unidos opera buques especializados bajo la NSA y la US Navy; Reino Unido tiene su HMS Enterprise, adaptado a tareas de inteligencia y Rusia mantiene varias unidades dedicadas, aunque con limitaciones tecnológicas. China, por su parte, ha desplegado en la última década buques espía que acompañan a su flota de aguas azules en el Pacífico.
La tendencia es clara: en la era de la guerra electrónica y cibernética, disponer de plataformas dedicadas es esencial. España, hasta ahora en el vagón de cola con el Alerta, da un salto cualitativo que la coloca al nivel de Francia y en la misma senda que Alemania.
Impacto para la industria española: Navantia, Indra y la cadena de defensa
Para la defensa española, este buque supondrá un paso decisivo hacia una mayor independencia operativa, ya que disponer de un buque propio de SIGINT/ELINT evita depender exclusivamente de aliados para obtener información naval crítica. También aportará mayor proyección estratégica: con esta plataforma, la Armada podrá vigilar el Mediterráneo, el Atlántico y el Estrecho de Gibraltar con una autonomía inédita hasta ahora.
Las implicaciones industriales también son significativas. Navantia refuerza su catálogo con un producto exportable –los buques de inteligencia son escasos y codiciados–, mientras empresas como Indra, Escribano o Tecnobit pueden beneficiarse del desarrollo de sensores y sistemas asociados.
Para la OTAN, la llegada de este buque representa un refuerzo en el flanco sur: España aportará no solo fragatas F-100 o los futuros submarinos S-80, sino también una pieza de inteligencia naval de alto valor añadido.
España entra en la liga de la inteligencia naval
El futuro buque espía de la Armada Española marca un punto de inflexión. Supone dejar atrás al veterano Alerta y entrar de lleno en la era digital de la inteligencia naval, donde las señales son tan determinantes como los misiles.
España se incorpora así al reducido grupo de países europeos con capacidad autónoma de inteligencia naval avanzada. Será un buque más pequeño que los que proyecta Alemania, pero con una integración tecnológica que lo situará en la primera línea. Para la Armada, para la industria y para la propia soberanía de la inteligencia española, se trata de un paso decisivo.
En un contexto global donde el mar es cada vez más disputado y el espectro electromagnético se ha convertido en un campo de batalla invisible, contar con un "oído flotante" moderno ya no es un lujo: es una necesidad estratégica.
