Por qué ha crecido la derecha radical en Portugal?Chega se ha beneficiado de la política de bloques que el socialista António Costa promovió para sobrevivir a su derrota en 2015 a base de designar a toda la derecha como extremista y llevar al poder a la izquierda radicalDiogo Noivo / Jorge M. Fernandes
Actualizado Jueves, 22 mayo 2025
Portugal, al igual que España, salió de su consolidación democrática con un bipartidismo imperfecto. Es decir, dos grandes partidos, uno de centroderecha y otro de centroizquierda, a los que se sumaban otros más pequeños, pocas veces decisivos para la formación de gobiernos.
Pues bien, el domingo pasado el bipartidismo portugués murió. Aliança Democrática (AD), de centroderecha, ganó las elecciones generales, creciendo en votos y escaños, aunque lejos de sus máximos históricos. La novedad está en el empate a 58 escaños entre el Partido Socialista (PS) y Chega (Basta), partido populista de derecha radical. Es el peor resultado de los socialistas en 40 años.
Cuando se terminen de contar los votos de los portugueses residentes en el extranjero, es muy probable que Chega, de la familia política Vox, se adelante, convirtiéndose en el segundo partido nacional. Abandonó los márgenes del sistema para ser un candidato viable al liderazgo del Ejecutivo en futuras elecciones. La reconfiguración profunda del sistema político tendrá su próxima etapa en las elecciones municipales a finales de este año.
Antes de adentrarnos en más explicaciones, hay que tener en cuenta que estos resultados destruyen algunos mitos. Primero, que la ultraderecha solo puede crecer a expensas del centroderecha. AD creció, los Liberales crecieron y Chega creció.
Los votos de la ultraderecha proceden de varias partes, en particular de la izquierda. El sur de Portugal, feudo tradicional del socialismo y del comunismo, está ahora teñido con el azul de Chega. Otra parte de sus votos, muy importante, proviene de la abstención. Algo de razón tendría Camilo José Cela al escribir que la política es el arte de encauzar inercias.
El segundo mito nos dice que los cordones sanitarios son una estrategia de contención electoral. Pero en Portugal, como en Francia y en Alemania, la derecha radical ha crecido a pesar de estar aislada por los demás partidos.
Entonces, ¿a qué se debe el crecimiento de Chega? Las explicaciones definitivas dependen de los estudios postelectorales. Sin embargo, podemos señalar algunos puntos generales con pistas útiles.
Primero, los vientos internacionales favorables. Aunque no haya una causalidad directa y sea difícil entender cómo las olas políticas se arrastran de un país a otro, la coexistencia en varios países de partidos con estructuras de poder y proyectos similares significa que están logrando capturar el zeitgeist.
Segundo, los efectos de la geringonça, el Gobierno de la unión de izquierdas portuguesas, creado en 2015 por el PS, que luego inspiró a Pedro Sánchez a formar lo que en España se llamó Gobierno Frankenstein. Si bien es cierto que António Costa gobernó en el centro, en lo que toca a economía hizo varias concesiones a sus socios de la izquierda radical, concretamente en materia de inmigración.Muy influenciado por el Partido Comunista Portugués y, sobre todo, por el Bloco de Esquerda (ideológicamente cercano a Podemos), el PS implementó cambios legislativos que hicieron bastante permisiva la política de inmigración,
al mismo tiempo que eliminó instrumentos estatales de control de fronteras -extinguiendo, por ejemplo, la policía portuguesa de fronteras en un proceso caótico, sin estrategia evidente-.Como resultado, el número de extranjeros en Portugal se ha cuadruplicado desde 2017. O si se prefiere, se ha duplicado en tan solo tres años. Según cifras oficiales, hay ahora 1,6 millones de extranjeros en el país, aunque el número real se acercará a los dos millones. Esto en un país con una población total de 11 millones de habitantes. En sentido estricto, no se trata tanto del número absoluto de inmigrantes, sino de la vertiginosa velocidad de su crecimiento. Los servicios públicos del Estado no estaban preparados para recibir a tanta gente en tan poco tiempo, lo que generó problemas administrativos y sociales imposibles de disimular.
Incluso para quienes no comparten la visión de Chega sobre la inmigración -el caso de los autores de este artículo- hemos de reconocer que el tejido social de cualquier sociedad se tensa y percibe el peligro para la cohesión nacional cuando los extranjeros son más del 10% de la población.
Un tercer factor que contribuyó al crecimiento de Chega fue el uso del método Mitterrand por parte del PS. Es bien conocido el método del ex presidente francés para gestionar a Le Pen (padre): exacerbar el peligro existencial de la derecha radical, no perder una sola oportunidad para polarizar, con la esperanza de que Le Pen devorara a la derecha moderada, dando a los socialistas una posición hegemónica en el sistema. António Costa y los demás líderes socialistas portugueses, entre ellos Pedro Nuno Santos, sucesor de Costa en la dirección del PS y derrotado el domingo pasado, hicieron de Chega una bête noir omnipresente. Pero en Portugal, como en Francia, son los socialistas quienes parecen haber sido devorados.
Finalmente, Chega logró movilizar la sensación de pérdida relativa de bienestar. En ciencias políticas, la idea de la privación relativa se ha utilizado como explicación del auge y el éxito de estos partidos. En Portugal, hay un grupo de ciudadanos que se sienten perdedores del sistema, cuya voz no es escuchada.
Ante el auge de la derecha radical en Portugal, la pregunta más frecuente de los observadores extranjeros es sobre las posibilidades de acuerdos entre centroderecha y centroizquierda para reorientar el sistema. Dada su fragilidad, el PS no será un factor de bloqueo para la gobernabilidad de AD, al menos en el futuro inmediato.
Sin embargo, será difícil crear acuerdos sustantivos debido a la política de bloques creada por la geringonça. La unión de las izquierdas lusas ha levantado un muro: por un lado, las izquierdas moderada y radical, en diálogo; por el otro, la derecha, vista en su conjunto sin grandes matices. António Costa y las élites socialistas tendían a designar toda la derecha como radical y extremista. Cabe concluir que la consideraba inadecuada para un sistema democrático. Al mismo tiempo, los socialistas llevaron al terreno del poder a partidos de la izquierda radical. Esto polarizó la arena política, lo que también ha debido de favorecer a Chega.
Lo más importante es el hecho de que la política de bloques ha dinamitado los puentes al centro. Importa señalar que Pedro Nuno Santos, que anteriormente había sido el principal negociador de Costa para la formación de la geringonça, se ha jactado en esos años de que el PS jamás necesitaría de la derecha para gobernar.
La política de bloques fue una solución inédita creada por Costa para sobrevivir a la derrota sufrida en las generales de 2015 y alzarse al Gobierno. Con ello, se alejó de la tradición socialista portuguesa, de oposición frontal a la izquierda radical. Aunque controvertida, se trata de una solución legítima y constitucional. Pero introdujo cambios profundos en el sistema de partidos. Estamos convencidos de que el domingo pasado empezamos a ver algunos de sus efectos.
Por último, ¿qué decir de la dura derrota del PS? Hay que volver al mandato de António Costa como primer ministro. Su éxito electoral se basó en una coalición de pensionistas y funcionarios que veían en el PS el único garante de la protección de sus intereses, en contraste con el centroderecha, asociado a la austeridad de la época en que Portugal estuvo bajo rescate financiero internacional. Esta coalición se basaba en el control del poder. Su fragilidad se hizo evidente cuando AD llegó al Gobierno en 2024, demostrando que los recortes anteriores fueron excepcionales.
Al mismo tiempo, el PS se enfrenta a un proceso de erosión común a muchos partidos socialdemócratas europeos en la última década, consecuencia de la transformación social y de la pérdida de conexión con las clases medias y trabajadoras. Capturados por élites con prioridades post-materiales y cosmopolitas, estos partidos se han alejado de su electorado tradicional. Esta izquierda representa un grupo de clase media-alta, pero sin votos suficientes para sostener a partidos como el socialista.
Además, el PS lleva el peso de la geringonça, que convenció a una generación de dirigentes, como Pedro Nuno Santos, de la autosuficiencia política de la izquierda. Este alejamiento del legado del histórico de Mário Soares, que veía al PS como un partido de masas, interclasista y de centro, contribuyó a su actual decadencia. Los tres factores —la fragilidad de la coalición social, la crisis estructural de la socialdemocracia y la falacia de la izquierda eterna— contribuyeron a la dura derrota electoral.
https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2025/05/22/682da628e4d4d8b92f8b4594.html