El golpe de Estado tenía motivos políticos, pero el conflicto pronto tomó un cariz religioso. La Iglesia Católica, cuyo poder había sido socavado, se convirtió en blanco de ataques. Trece obispos, 4.184 sacerdotes, 2.365 religiosos, 263 monjas y millares de personas vinculadas a asociaciones confesionales o meramente católicas practicantes fueron asesinados por revolucionarios opuestos al golpe militar, que equiparaban a la Iglesia Española con la derecha. Se saqueó y prendió fuego a iglesias y monasterios. Ante esta barbarie, la Iglesia confió en los sublevados para defender su causa y «devolver la nación al seno de la Iglesia».
No serían ninguno de los trece de ahí arriba, algunos castrados y descuartizados como el Obispo de Barbastro """ Florentino Asensio Barroso, obispo de Barbastro y mártir, vallisoletano de origen, fue beatificado el pasado domingo junto a Ceferino Giménez Malla, «El Pelé», en la plaza de San Pedro de Roma. Ejecutado apenas una semana más tarde que éste, monseñor Asensio afrontó la tortura y la muerte con entereza heroica y serenidad sobrenatural, como atestiguan los numerosos testimonios aportados en su Causa de Beatificación""
Bispos criminosos?
El 13 de julio, el asesinato de Calvo Sotelo precipitaba el estallido de la guerra civil. Don Florentino fue avisado del peligro que corría, pero se negó a huir: «Quiero correr la misma suerte que mi diócesis». La noche del 18 de julio, los revolucionarios asaltaron el Ayuntamiento sin encontrar resistencia. Al día siguiente comenzaron las detenciones (entre ellas, la de El Pelé), y a las pocas horas el obispo era confinado en el palacio episcopal bajo arresto domiciliario. El 22 de julio, tras despojarle de la sotana, se le trasladó al colegio de los padres Escolapios, frente al Ayuntamiento, junto a 48 misioneros, 23 benedictinos (algunos aún aspirantes), 13 escolapios, algunos sacerdotes y seglares. Todos ellos fueron martirizados: 114 curas de los 140 que había en la diócesis. La catedral y las iglesias fueron saqueadas, y los objetos de culto, profanados y quemados.
El 4 de agosto, monseñor Asensio fue interrogado por primera vez. El obispo, durante los días que precedieron a su muerte, se dedicó casi exclusivamente a la oración, con sacrificios y ayunos para poder abrazar la cruz del martirio, al tiempo que era testigo de los asesinatos de varios sacerdotes. La noche del 8 de agosto fue conducido al calabozo de la cárcel del partido, donde, entre insultos y blasfemias, se le tortura a golpes y se le mutila salvajemente "SE LE CASTRA". La madrugada del 9 es conducido con otros doce presos al cementerio, atados de dos en dos por los codos. Camino del suplicio, musita suavemente: «¡Qué hermoso día para mí!». Uno de los guardianes, que le oye, le pregunta si sabía a dónde lo llevaban. Don Florentino responde: «Me lleváis a la casa de mi Dios y mi Señor; me lleváis al cielo». A medida que se multiplican las crueles torturas, el obispo responde con palabras de perdón y de esperanza.
Una vez en el camposanto, le despojan de sus zapatos y pantalones y lo fusilan. El obispo, que no murió al primer balazo, fue rematado con tres tiros de gracia en la sien y arrojado a una fosa común.
El proceso de beatificación de este mártir insigne fue abierto en 1947, interrumpido al poco tiempo, y reanudado de nuevo en 1988. Sus restos, tras ser exhumados e identificados, fueron trasladados a la catedral de Barbastro. En Villasexmir se colocó una lápida con la siguiente leyenda: Víctima por Cristo, nació para el cielo el 9 de agosto de 1936.
¿ que opina de esto nuestro amigo?