Viva!
Mais uma achega, desta vez foi-me enviada via mail pelo Foxtrotvictor.
Hay que seguir dando pasos para hacer el camino
Reformas tímidas para un sistema policial obsoleto
El Consejo de Ministros prosigue su tímida reforma del obsoleto sistema policial español. En el 2004 se creó el Comité Ejecutivo del Mando Unificado (CEMU) o, lo que es lo mismo, el teórico instrumento de coordinación e intercambio de informaciones entre la Policía y la Guardia civil. Ahora acaba de aprobar un decreto por el que reforma la estructura orgánica del Ministerio del Interior y, entre otras cosas, crea una Dirección General en la que se refunden las actuales Direcciones Generales de la Policía y de la Guardia Civil.
Se justifica esta medida aludiendo al compromiso electoral del PSOE de unificar las cuerpos policiales estatales, lo cual es doblemente positivo. Por un lado, por lo que tiene de ejecución del contrato que los elegidos ofrecieron a sus electores. Resulta igualmente positivo porque comporta proseguir, aunque con exasperante lentitud, la superación de un modelo policial centralista, a la par que disperso, abandonando una concepción que ya era muy conservadora, la de España rural de mediados del siglo XIX.
En cambio, sorprende el poco alcance material de la reforma. Es más, no se atisba ningún cambio operativo inmediato. Expresamente, la normativa establece que las dos estructuras policiales del Estado se mantienen intactas. Si el único alcance que se pretende dar a esta reforma es el de la coordinación y cooperación entre cuerpos policiales, surge una pregunta obvia: ¿qué función desempeña la Secretaría de Estado de Seguridad, creada hace casi 25 años con esa capital función?
¿Atentado contra España?
Lo que ha demostrado el actual sistema es que la cacareada coordinación y/u otras formas eufemísticas de poner a trabajar en cooperativa lealtad y no en hostil competencia a los cuerpos policiales está abocada al fracaso, si se mantienen las estructuras actuales. Sin dejar de tener en cuenta las resistencias corporativas y personales a los cambios en cualquier servicio público, en lo que afecta al sistema policial español topamos con un hueso duro de roer y una oposición feroz. Las furibundas críticas de los sacerdotes del culto al dios del peor imposible pretende hacernos creer que coordinar de una vez por todas –cosa que está aun por ver- a la Guardia Civil y a la Policía es un atentado al ser mismo de España. Ello supondría politizar ambas instituciones, poniendo al frente de ambas, especialmente de la primera, venales y corruptos comisarios políticos cuya misión capital sería la de tapar los escándalos pasados, presentes y futuros del Gobierno actual, escándalos que parecen pivotar sobre el 11-M. No menor relieve tendría descomponer la Guardia civil al arrebatarle la naturaleza militar.
Vayamos por partes. Dejando de lado la tediosa cantinela de España se rompe, mayor valor retórico, que no jurídico, tiene la alusión a que la potencial desmilitarización de la Guardia Civil tendría como consecuencia la entrega de España a sus enemigos. Aun sin ver la ligazón entre ambas afirmaciones y aun suponiendo que ambas fueran plausibles, los vocingleros opositores parten de algo que no es verdad: que la Guardia Civil sea militar por naturaleza.
Contradicción
En democracia, la ley le ha conferido régimen militar, utilizando erróneamente y no por casualidad, el término "naturaleza". Pero, ni en la Constitución ni en la anterior ley de defensa nacional (1980) ni en la actual (2005) ni se menciona ni se atribuye a la Guardia Civil una sola función militar. Significativo es que, a diferencia de otros países con sistema policial análogo (Francia, Italia, Estados Unidos, ..), la Guardia Civil no forme parte de las Fuerzas Armadas, no sea un Ejército o un Arma más en su seno. La Guardia Civil es, ante todo, una policía judicial y administrativa (especialmente fiscal, de fronteras, de armas y explosivos), funciones que dentro de las limitaciones del sistema cumple razonablemente bien, como es su deber, al igual que el resto de funcionarios públicos; con luces y algunas sombras, pero el que esté libre de pecado que tiene la primera piedra.
Herencia del pasado
La naturaleza militar atribuida por la Ley no es consecuencia de sus funciones, sino que fue la condición de su nacimiento allá en 1843: supuso el teórico apartamiento del Ejército de la primera línea del mantenimiento del orden público, reservándose éste la supervisión y dirección de las nuevas fuerzas. Está aun por explicar por qué una gran parte del territorio español y, por tanto, la población que vive en él deben estar bajo la jurisdicción de una policía militarizada y no una plenamente civil.
Fuente de conflictos
Se atribuye a Sánchez Ferlosio la boutade de que todo el mundo sabe que la Guardia Civil es militar. Embromada o no, lo cierto es que el sometimiento al régimen castrense de una fuerza policial esencial, como es la Guardia Civil, está en la base de los conflictos que no han superado los sucesivos intentos de coordinación entre ella y la Policía (no se habla de la coordinación con las policías autonómicas y locales). Mientras no se aborde frontalmente esta cuestión, es de temer que el BOE siga trufando de tentativas de coordinación.
Singularidades
En fin, tal régimen jurídico parece tener algo de sacramental, y no solo a efectos retóricos. La Guardia Civil presenta una llamativa peculiaridad, pues tiene dos superiores: Defensa e Interior (y, a veces, tres: Hacienda). Es bien sabido que a cuantos más jefes, más autonomía funcional. Ello permite una autoconcepción del Cuerpo singular: legalmente, entre otras, su Director General tiene la función de representación de la Guardia Civil. Es un caso único; sin embargo, en nuestro contexto no parece casual que un Director General nombrado por el Gobierno no represente a este Gobierno sino a los integrantes del servicio que debe dirigir.
Como vemos, aun quedan muchos pasos por dar en el consecución de un sistema policial efectivo y moderno. Al que comentamos habrá que darle un voto de confianza.
(Joan J. Queralt es catedrático de Derecho penal de la Universidad de Barcelona)
** Pois é, até os espanhóis já se deram conta de que este modelo multi-policial não é uma boa opção para a segurança de um país. É de notar que as polícias espanholas funcionam muito melhor que as nossas. O nível de organização e de equipamento é significativamente superior. Mesmo assim, começam a não estar contentes com o modelo actual, por verificarem que apresenta demasiados problemas na cooperação, troca de informações e eficácia geral de todo o sistema. Ou me engano muito, ou dentro de pouco tempo os nossos irmãos espanhóis vão seguir para a unificação dos seus corpos policiais, criando um só. Enquanto isso, em Portugal, vamos continuar na cepa torta. Vamos continuar a discutir as benesses dos senhores morgados das quintas.