Parte 3;
Superado todo ello, aquel ejército regresó a sus cuarteles. Sin dinero apenas, la vida castrense volvió a ser tediosa. Cuarteles por todas partes,soldados que nada tenían que hacer, oficiales mano sobre mano... Pero Franco era militar. Y su entorno, también. Todos tocaban el poder habiendo salido del Ejército de Tierra. Nieto Antúnez no fue otra cosa que un secretario ilustrado que el Generalísimo tuvo a mano. Carrero Blanco, aún siendo marino, se dedicaba a funciones políticas de otro rango. Uno y otro, en qualquier caso, excepciones dentro de la regla.
Con el final de la dictadura, las fuerzas armadas fueron cuestionadas. Ejército y poder habían estado indisolublemente unidos desde Primo de Rivera, salvo el paréntesis republicano. Debido a ello se fueron limando atribuciones a los mandos de las fuerzas armadas, se redujeron los escalafones y, al mismo tiempo, por necesidades económicas acuciantes, se recortaron los presupuestos.
Dicen en la Armada que ellos son quienes más han sufrido en estos reajustes. Desde su cuartel general, se recuerda que tenemos muchas costas, que necesitamos una marina de guerra acorde con las necesidades de una defensa y de una adecuada protección de nuestros intereses navales. Claman en el desierto. Por cada nueva unidad, diez al desguace.
Cómo estarán las cosas que, al producirse la guerra del Golfo, para enviar allí algunas unidades hubo que caer en el canibalismo; es decir, comerse los buques unos a otros (desmontar sistemas de comunicaciones o lanzamisiles) para completar los barcos, ya que cada vez que algo se estropea no puede ser arreglado por no haber dinero presupuestado para ello. Lo mismo ha sucedido con las fragatas que patrullan por las costas de la antigua Yugoslavia.
Más aún. Las unidades de la Armada están en puerto casi de manera permanente, porque no hay dinero para combustíble. Así de sencillo. La Navarra, por ejemplo, una fragata modernísima, ha navegado menos de un mes en todo el año 1994. No hay dinero para que se haga a la mar.
La fragata lanzamisiles Canarias, la unidad más moderna de la flota, diseñada para realizar misiones de escolta de buques anfibios y portaviones, acaba de recibir en Santa Cruz de Tenerife la bandera de combate. Y navega porque está en periodo de garantía, ya que al haber sido entregada a la Armada en enero de este mismo año, la Empresa Nacional Bazán es responsable de que el barco opere de acuerdo a lo proyectado. El futuro de la Canarias, la sexta de la classe Santa María, parece muy claro: atracará en Rota (Cádiz) y amarrada al muelle vegeterá indolentemente.
Así están las cosas. Dicen los marinos que mientras los políticos no se den cuenta de la necesidad de una buena Armada, seguiremos teniendo una flota pesquera que se sentirá indefensa cuando se vea involucrada en conflictos como los que ahora tenemos con Canadá y antes con Francia y Marruecos.
In Cambio16 17 Abril 1995.